Esta interrogante se desglosa en dos situaciones distintas:
En primer lugar, hay momentos en los que ciertos riesgos simplemente no pueden ser asegurados.
Por otro lado, en ciertas circunstancias, como al emprender actividades específicas, la ley exige la contratación de un seguro.
La decisión de asegurar un bien suele depender de la discreción personal, evaluando oportunamente las distintas opciones para hacer frente a los riesgos.
Sin embargo, al emprender determinadas actividades o iniciar negocios, la adquisición de ciertos seguros es obligatoria según lo establecido por la legislación. Contratar un seguro conlleva la tranquilidad de saber que los aspectos vitales están protegidos, disminuyendo considerablemente las posibles consecuencias de los riesgos.
Es crucial tener en cuenta que no basta con obtener un seguro; también es fundamental reducir la exposición a los riesgos mediante medidas de protección adicionales, como hábitos de vida saludables, conducción segura, mantenimiento adecuado de los bienes, entre otros.
Algunos ejemplos de seguros obligatorios incluyen:
- Seguro de responsabilidad civil para la conducción de vehículos de motor.
- Seguro de responsabilidad civil del cazador.
- Seguro de responsabilidad civil para embarcaciones recreativas o deportivas.
- Seguros para garantizar el cumplimiento de obligaciones de pensiones según convenios colectivos.
- Seguros de vida o accidentes estipulados en convenios colectivos.
- Seguro deportivo obligatorio para deportistas federados.
- Seguro de responsabilidad civil para tenencia de animales de razas consideradas potencialmente peligrosas.
- Seguro obligatorio de viajeros para transporte público colectivo, entre otros.
En cuanto al momento oportuno para asegurar algo, es importante reconocer que el riesgo debe existir previamente. No es viable asegurar un evento una vez que ha ocurrido, ya que perderíamos la incertidumbre asociada a su posible manifestación.
